Una de las máximas de la publicidad y la comunicación en general es conseguir que hablen de ti, que el nombre de tu empresa esté dando vueltas el máximo tiempo posible y si puede ser al menor coste, mucho mejor.
Es una frase hecha en español: que hablen de uno aunque sea mal. Pero tiene matices.
Que hablen mal de tu empresa en el siglo XXI, con la fuerza que tienen los consumidores y clientes en las redes sociales puede crearte un serio problema, pero si tienes cierto control sobre el mensaje final que lanzaste, esa mala imagen puede provocarte más beneficios que otra cosa.
Lo hemos visto con Coca Cola, la mala imagen que está teniendo en España a nivel social con su planteamiento de recursos humanos (que no entramos a valorar en este post), han tratado de reconvertirlo a través de anuncios mayoritarios en las televisiones (recordad, la televisión sigue siendo más vista y seguida que Internet y las redes sociales en España) donde un señor mayor cambia su cafelito de todos los días por un refresco de cola debido a que la empresa apoya un proyecto social y profesional que le ha dado trabajo a su nieto, en esta época de crisis y carencia total de opciones laborales.
Han intentado darle la vuelta al asunto y camuflar vía publicitaria el mal mensaje que ha llegado por todas partes. El resultado se aprecia en las ventas y la repercusión de su producto.
Cierto que Coca Cola lo tiene más fácil que muchas otras empresas pero podemos hacer un repaso de los mensajes que han mandado muchas empresas. O el tan recurrido ejemplo de los partidos políticos, donde en España tenemos varios ejemplos claros en la actualidad. Incluso podríamos hablar de los premios Goya, puede que te hayan gustado o puede que no, pero todo el mundo ha hablado de ellos durante varios días.
No para de hablarse de Podemos, del PSOE y del PP, pero sobre todo de los dos primeros que han conseguido marcar el ritmo de las noticias y la actualidad, independientemente de que se hable bien o mal de ellos, es casi secundario; porque es una cuestión que poco importa si se traduce en un resultado final que les interese: en este caso publicidad gratuita que no podrían conseguir de otra manera que no fuera con publicidad de pago.
Hay que estar atentos a los mensajes, a cómo llegan y qué publico llegan y, sobre todo, estar preparado para el oleaje posterior. En muchas ocasiones, algunos de nuestros clientes y colaboradores nos han dicho, tras lanzar una campaña, que temen la respuesta, que alguien conteste.
Teniendo controlado el mensaje final que se quiere comunicar, teniendo argumentos suficientes para todas las posibles respuestas, que hablen de uno es positivo. Cada vez que alguien te conteste, da la opción a la empresa de volver a aparecer, volver a lanzar el mensaje y volver a aparecer públicamente.
Pero esto que parece tan sencillo, no funciona siempre y hay que tenerlo lo más controlado posible, sobre todo las respuestas y el argumentario. Porque podríamos conseguir el efecto contrario y entonces haber metido la pata a base de bien.