Desde la celebración de las elecciones andaluzas hemos leído en muchos diarios y hemos visto en muchos medios de comunicación que ha habido fallos en las estrategias de marketing y comunicación de algunos partidos políticos mientras que otros sí han hecho bien su trabajo. Se habla de que los mensajes no llegan a la ciudadanía, que no llega el discurso de los diferentes políticos, tal y como explica José Precedo en El País el 30 de marzo de 2015. En este artículo se dice que “peor que comunicar mal es no comunicar mal”.
Normalmente el trabajo de estrategia electoral, de comunicación y marketing se asocia a los resultados en el corto plazo. Es una norma general que en pocos casos varía, de manera que suele ser una estragia montada en pocos meses y tiene el peligro de que si no consigue un éxito claro, se desmonta con la misma velocidad con la que se confió en ella. Aunque la tendencia está variando para fijar objetivos a medio y largo plazo, aunque pocos lo hacen realmente y pocos se lo pueden permitir.
Una de las pegas fundamentales que encontramos es que no se suele confiar en profesionales de la comunicación y el marketing, salvo casos contados. No se contrata a responsables de comunicación y marketing y se suele recurrir a responsables de partidos con cierta formación específica, muy criticados cuando las cosas no van bien, como el caso del artículo de Precedo antes citado.
Las críticas suelen llegar de las mismas personas que les dan la confianza porque creen que la comunicación es llegar y besar el santo. Tener una idea y que funcione en el cortísimo plazo sin exigirse responsabilidades a uno mismo: solo se exige responsabilidad al diseñador de la campaña, si lo hay, independientemente del nivel profesional que tenga, de si ha cobrado o no, de si hace las campañas en su tiempo libre y de manera altruísta.
Poco a poco a nivel estatal y en las grandes ciudades, los partidos mayoritarios recurren a profesionales de la comunicación, bien en personas o bien en empresas afines con incuestionable nivel profesional. Lo hace el Partido Popular, el PSOE, Podemos, Ciudadanos, entre otros. Pero descendiendo a nivel regional y provincial, son pocos quienes recurren a profesionales con lo cual existe un riesgo claro de errores, desajustes e incumplimiento de objetivos.
Es una tendencia que según se profesionalice la política, irá mejorando. Se contará con profesionales que dan una vuelta de tuerca a los programas y la organización de campañas.